Emily se encontraba en La Gran Manzana de vacaciones y de repente, como por arte de magia, ya no estaba, había desparecido.
Cuando abrió los ojos se descubrió que estaba en un lugar frio y seco. El viento rozaba su cara pero notaba que las mejillas le comenzaban a arder. Todo daba vueltas cada vez más rápido y no podía ver con claridad. Había perdido completamente la noción del tiempo y no sabía si era de noche o de día. Todo era muy confuso. Por un momento pensó en llorar, pero algo le decía que no debía perder la calma, así que simplemente se durmió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario